Energumeno... para dar y convidar.

lunes, agosto 29, 2005

Mas Bush!

Agosto 28 de 2005
EDITORIAL
Bomba B contra la ONU

Los que conocen a John Bolton, nuevo embajador de Estados Unidos ante la ONU, apretaron los dientes cuando George W. Bush lo nombró hace poco valiéndose de un atajo constitucional para sortear la oposición en el Senado. Dadas sus reiteradas declaraciones contra la ONU y su propuesta de que Estados Unidos se retirase de ella, había razones para temer que al cabo de pocos meses Bolton empezara a atravesar palos en la rueda de la organización.

Pero se equivocaban. Tardó apenas tres semanas y, en vez de palos en la rueda, soltó una verdadera bomba atómica. Su propuesta de reformas de la estructura de las Naciones Unidas, que filtraron The Washington Post y The Independent (Londres), dinamita el borrador oficial que estudiaba las enmiendas al sistema y plantea nada menos que 750 modificaciones, agregados y supresiones. El documento es toda una declaración imperial de principios sobre el Weltanschaung o visión del mundo del gobierno de Estados Unidos: que todo gire en torno a sus necesidades y al ritmo de sus pretensiones.

Bolton dijo, al posesionarse, que sería "un abogado de los valores e intereses de Estados Unidos en la ONU". Solo le faltó agregar que se trata de los intereses según los definen los ideólogos neoconservadores de Bush.

Sus 750 puntos incluyen, entre otros:

Supresión de toda referencia concreta a los planes de las ‘Metas del Milenio’, cuyo fin es combatir las enfermedades y el hambre.

Cancelación de los esfuerzos para conseguir que los países ricos inviertan 0,7 por ciento de su PIB en ayuda al desarrollo.

Rechazo a todo compromiso concreto para reducir la contaminación global.

Sustitución de los planes de desarme nuclear por vagas recomendaciones que no afectan los proyectos de Estados Unidos.

Eliminación de toda mención a la Corte Internacional de Justicia, de la que Bush retiró a los Estados Unidos.

Giro absoluto en materia de comercio internacional: en vez de ayudar a los países pobres a entrar a la Organización Mundial de Comercio, elevar los requisitos de ingreso.

En suma, ningún compromiso concreto de cifras ni plazos con los grandes problemas planetarios –el hambre, la miseria, el sida, la contaminación– y un sinnúmero de condiciones para que hasta el último tornillo de la ONU se apriete de acuerdo con los intereses del país más rico y poderoso de la Tierra.

Una vez conocido el documento, los diplomáticos se dividen en dos grupos. Por una parte, los que creen que el gran nuevo impulso que se proponía recibir la ONU al cumplir su sexagésimo aniversario en una cumbre planeada para septiembre se reducirá a una difícil negociación con Estados Unidos para ver qué muebles se salvan. Por otra, los que piensan, como bien dice la especialista británica Ann Penketh, que "estamos asistiendo al final de la diplomacia".

Por los problemas que podrían acarrear el temperamento, las ideas y la proverbial antipatía de Bolton por la ONU, un bloque de senadores de su país se opuso a su designación, hasta cuando las asuetos parlamentarios dieron a Bush la oportunidad de hacer uso de un inciso constitucional que le permite proveer ciertos cargos hasta la elección de un nuevo Congreso. Así se allanó el paso de Bolton hacia ese edificio del que una vez dijo que "merecería ser demolido sin contemplaciones".

En vano supusieron algunos que ese ingreso por la puerta de atrás iba a morigerar su actitud. Pero está claro que el mismo día que entró a la sede de la ONU en medio de una silbatina de los empleados ya llevaba la bomba en el maletín.

Mala manera de mejorar las relaciones de Washington con una organización cuyos mandatos ha desconocido flagrantemente y con una comunidad internacional cada vez más inquieta por la arrogancia y egoísmo del gobierno estadounidense. Sus colegas tomarán la arrolladora actuación de Bolton como un insulto, y los países pobres poco menos que como una declaración de guerra.

editorial@eltiempo.com.co

jueves, agosto 25, 2005

En este país, y en general en todo el mundo occidental la democracia sigue siendo un tema de discusión, tanto como en su teoría como en su aplicación, pareciera reflejar exactamente el doble-standard de la sociedad en que vivimos. Tiene uno que tener en cuenta que hay dos concepciones de democracia: una es la que esta escrita, la democracia del diccionario, en donde el pueblo tiene la oportunidad de participar SIGNIFICATICAMENTE en el desarrollo de su país y en donde los canales de información son ABIERTOS y LIBRES.

La otra, es la de la práctica, donde el PÚBLICO tiene que estar desterrado del manejo directo de su país y en donde los canales de información se deben cerrar y controlar. Suena loco, pero es esta concepción en la que nos encontramos.

Colombia ha aprendido muy bien de esta concepción y hasta ha adoptado doctrinas estadounidenses como el "construir conciencia” que simplemente funciona como una estrategia de mercadeo dirigida al publico políticamente activo que se vuelve significante solo cada cuatro años, cuando otro ampón con cara de yo-no-fui se quiere bajar unos millones para su familia y amigos. Que pirobos.

Según Chomsky “En esta sociedad democrática hay clases de ciudadanos. Primero hay una que es la que participa activa y directamente en las DESICIONES políticas, económicas, e ideológicas, la clase "especializada”. Esta clase es un porcentaje muy pequeño de la población...Los otros, que no pertenecemos a ese selecto grupo somos el publico que personifica esta conciencia colectiva

En Colombia y América las relaciones públicas son un gran negocio, todo con un propósito: CONTROLAR OPINION PUBLICA. En Colombia, la gran campaña publicitaria de los últimos 20 años ha sido LA PAZ. Los colombianos queremos la paz, eso es algo obvio, ¿quien no la quiere? Como si eso fuera una gran cualidad única del colombiano…. querer la paz. El punto de un slogan publicitario como “los colombianos queremos la paz” es que no significan NADA. Es una frase que no nos da tiempo de pensar ni analizar, “soy colombiano, por ende quiero la paz, como la voy a obtener? No se, pero la quiero”, ese es el gran dilema de los colombianos, queremos la paz, pero pues si toca matarnos por ella nos matamos (véase plan patriota). Obviamente hay un problema gravísimo de violencia en nuestro hermosísimo país, pero el eslogan no es “¿Cómo vamos a lograr la paz?” Pregunta que llevaría directamente al debate, al cuestionamiento y eso es lo que menos se quiere, que el publico cuestione, que pregunte. Esto es lo que llaman muy buena PROPAGANDA. Se ha creado un eslogan al que nadie le pueda decir “NO” simplemente porque no sabemos lo que significa. “Lograr la paz” es algo mas que un SI o un NO, el valor crucial del eslogan es que nos mantiene callados y entretenidos, sin pensarlo mucho, si o no, blanco o negro.

En el camino se nos muestran de vez en cuando otras propagandas, estas son las “realidades” que le dan aire a la `publico. En una época era el fútbol, Colombia unida en apoyo de una imagen, el balón, decíamos que nadie jugaba fútbol como los colombianos. Y es que como podía usted oponerse a ese slogan cuando Rincón le metía un gol a Alemania en Italia 90’? el colombiano que dijera NO a “su” fútbol no existía. Mientras tanto acá en el país del sagrado corazón se seguía derramando sangre en nombre de la coca y el imperialismo, y nadie decía nada, estábamos ocupados tomando aguardiente celebrando que íbamos a ser campeones del mundo.

Podríamos seguir y seguir, pasando por slogan como Shakira y Juan Pablo Montoya. ¿Quien se va a oponer a sus compatriotas? Esos dos se me hacen de lo peor que ha dado esta tierra, pero si usted esta viendo los premios mtv en algún sitio de esos rodeado de compatriotas en Bogota y llega decir que shakira es lo peor (Señalando la imagen de un esperpento teñido de multicultural en la pantalla) hasta puede que lo saquen a patadas del lugar (léase fascismo cultural). Son slogans que no se prestan a cuestionamiento, simplemente le muestran una imagen. Siga esto, quiéralo o no. No se preocupe por lo que esta pasando en su país, vea que esta vieja vive en Miami y todo. Con eso nos contentamos los colombianos, con que “una” de “nosotros” tiene una mansión en South Beach. A quien putas le interesa? Más bien cuéntenme del glifosato que esta dejando ciegos a los habitantes de las selvas colombianas, de la llegada de los marines a Arauca o de cómo el gobierno continúa con su política de capturas masivas de inocentes a los que acusa de colaborar con la guerrilla. Nos volvimos un país de noticias “Light”.Que pailas.

La otra campaña que ya es mas a un nivel internacional geopolítico es la que define nuestro de por si trágico destino: “PAISES EN VIA DE DESARROLLO”. No se ha encontrado en la historia un concepto mas elegante que ese para definir el tercer mundo: “en vía de desarrollo”, y lo peor es que nos la creemos. Llevamos más de 50 años en vía de desarrollo y nada que llegamos! Y nuestros hijos seguirán en “vía” y nunca llegaremos al desarrollo, nos contentamos con que nos dejen estar “en vía” a él. Lo peor de todo es que no sabemos ni queremos saber a que clase de desarrollo nos dirigimos: el símbolo de desarrollo en América Latina y sobre todo Colombia hoy en día es tener Mc Donald’s, Hard Rock Café, Internet y un índice de pobreza absurdo. Nuestro modelo de desarrollo es un país de obesos fanaticos y consumistas mirando deportes y prostitutas fabricadas en quirófanos en un televisor 7 días a la semana.

Ser colombiano es como ser alcohólico, si quiere recuperarse tiene que admitir que esta mal, ese es el primer paso a el cambio. Si seguimos comiendo reality show, noticias light, e Internet como si eso fuera desarrollo no vamos a llegar a nada, el verdadero desarrollo empieza por el individuo como persona, luego a un grupo y a la comunidad. El desarrollo tiene que ser un proyecto de todos y sobre todo de los que están peor que nosotros. Pensar mas allá de nuestros televisores y pantallas, mirar lo que esta a nuestro alrededor y preguntarse como hacer algo al respecto es solo el primer paso para lograr una comunidad desarrollada. El día que lleguemos allá si por favor saquemos los galones de aguardiente, pasemos las carreras de Montoya en pantallas gigantes por todo el territorio nacional las 24 horas al día y pongamos a Shakira a todo volumen para celebrar. Pero antes de eso, que es lo que tanto estamos celebrando los colombianos? ¿El hecho de que “queremos la paz”?

8.16.2005


http://bazucobogota.blogspot.com/

lunes, agosto 22, 2005

RIP BOB MOOG

aunque nunca he sido muy fanatico del sonido de sus maquinas, no puedo negar la influencia tan pero tan enorme que este hombre ejercio sobre varias generaciones...sus sintetizadores y demas efectos y aparatos simplemente cambiaron y rediseñaron la musica en los 60s y aun ahora todo el mundo los usa y los seguirá usando durante mucho tiempo mas

es triste que un hombre como Robert Moog fallezca porque son pocos acutalmente los que crean equipos de verdad para creadores, son pocos los que entienden las necesidades del otro para poder inventar..... y aunque hay muchos haciendo musica con sus instrumentos, me atrevería a decir que solo un 20% de estas maquinas estan siendo bien utilizadas y otro 80 % (para ser un poco cándidos) simplemente han creado basura gracias a manos inescrupulosas que no han sabido usarlos.

transcribo pues, despues de traducirla, una corta reseña de la vida y obra de este genio que hoy muchos lloramos y muchos mas extrañaremos....

PIONERO DE LA MUSICA ELECTRONICA MUERE A LOS 71 AÑOS

Bob Moog, inventor de los sintetizadores y demás equipos que llevan su nombre y una de las figuras mas significativas en la evolución de la música electrónica, murió ayer (21 de agosto) a los 71 años, en su hogar en Asheville, N.C. Nacido en N.Y., Moog fue diagnosticado con cancer de cerebro en abril y desde entonces había sido sometido a tratamientos de radiación y quimioterapia.

Luego de una decada de construir theremins con su padre, Moog creó en 1963 su prototipo, el sintetizador Moog Modular, y lo presentó al año siguiente en la Convención de la Sociedad de Ingenieros de Sonido.

Entre las primeras grabaciones populares que incluyen este instrumento se encuentra la producción de Wendy Carlos de 1968 llamada "Switched-On Bach," que vendió mas de un millon de copias y le mereció tres premios Grammy. Moog recibió también un premio Grammy al logro de toda una vida en 1970.

"[Moog] le presentó al mundo nuevos sonidos - un legado que continuaremos en su honor" comenta Mike Adams, presidente de la Música de N.C. basada en el sonido Moog. "Fue un pionero de la música e hizo todo por el amor que le tenía a ésta y a todos los músicos que podrían tener la oportunidad de expandir sus horizontes creativos gracias a sus inventos"

Moog, un ícono de la música electrónica, sería el invitado especial de un documental dirigido por Hans Fjellestad llamado "Moog," que será producido por Plexifilm. Moog fue invitado para grabar su discurso en el Amsterdam Dance Event, que se llevará a cabo en Oct. 27-29 del presente año, pero se vio obligado a cancelar su aparición en este film luego de conocer su diagnóstico.

La familia Moog ha creado la Fundación Bob Moog, dedicada a la investigación en la música electrónica. Algunos de sus colaboradores, tales como wendy Carlos y Rick Wakeman de Yes manejaran esta fundación.

Dejó a su esposa Ileana y cinco hijos. ningún homenaje público ha sido planeado.


Por: Lars Brandle, Londres
traduccion: Jose santamaria

Dios te tenga en su gloria y te lleve consigo a disfrutar de lo mejor que haya sido hecho con tus vainas...entre esas la musica de chespirito



miércoles, agosto 17, 2005

Capítulo 1: La Llamada del Secreto

La Llamada del SecretoEn el que se presenta a nuestro reparto de personajes, incluido un hongo, y se exponen sus peculiares intereses. La jungla amazónica es invocada y tomado el descenso de uno de sus ríos.Durante miles de años, las visiones transmitidas por los hongos alucinógenos han sido consideradas y reverenciadas como auténticos misterios religiosos. Gran parte de mi tiempo durante los últimos veinte años ha estado dedicado a contemplar y describir este misterio. Celosamente custodiado por ángeles caóticamente enjoyados -"Cada ángel es terrible," escribió Rilke, y al mismo tiempo sagrado y profano- el hongo ha surgido en mi vida de la misma forma en que pudo haber surgido en un futuro de la historia de la Humanidad. He escogido un estilo literario para contar esta historia. Un misterio viviente puede tomar cualquier forma -es maestro del lugar y del espacio, del tiempo y del espíritu- aun así, mi búsqueda de un método simple para revelar este misterio me ha hecho seguir la tradición: escribir de forma cronológica una historia que es a la vez verdadera e increíblemente extraña. A principios de febrero de 1971 pasaba por el sur de Colombia con mi hermano y unos amigos de camino hacia una expedición por la Amazonia colombiana. Nuestra ruta nos llevó a través de Florencia, capital de provincia del Departamento de Caquetá. Pasamos allí algunos días, esperando un avión que nos llevaría a nuestro punto de embarque en el río Putumayo, un río cuya vasta extensión constituye la frontera entre Colombia y sus dos vecinos del sur, Ecuador y Perú. El día que debíamos partir fue especialmente caluroso y por fin dejamos los opresivos confines de nuestro hotel, cerca del ruidoso mercado central y la estación de autobuses. Salimos de la ciudad y caminamos unos dos kilómetros hacia el sur. Allí estaban las cálidas aguas del río Hacha, visible a través de prados de hierba alta. Después de nadar en el río, explorando profundas piscinas esculpidas sobre el suelo de negro basalto por los torrentes de agua caliente, regresamos por el mismo camino. Alguien más familiarizado que yo con el aspecto de la Stropharia cubensis señaló un gran espécimen, alto y solitario, en una porción de excremento de vaca. De forma impulsiva y movido por las sugerencias de mis compañeros, ingerí el hongo entero. Duró un momento tan sólo, luego continuamos andando, cansados después de nadar. Una tormenta tropical se dirigía hacia nosotros desde el este a través de la cordillera andina, donde está situada Florencia. Caminamos en silencio durante quizás un cuarto de hora. Somnoliento, eché la cabeza hacia atrás, casi hipnotizado por el movimiento regular de mis botas cortando la hierba. Para enderezar la espalda y abandonar mi letargo, me detuve y me estiré, observando el horizonte. Una sensación de inmensidad en el cielo que he llegado a asociar con la psilocibina, inundó mi cuerpo por primera vez. Pedí a mis amigos que parasen un rato y me senté pesadamente en el suelo. Un trueno silencioso parecía agitar el aire delante de mí. Las cosas adquirían una nueva presencia y significado. Esta sensación llegó y pasó como una onda expansiva, justo cuando las primeras furias de la tormenta tropical descargaban sobre nuestras cabezas, dejándonos empapados. La extraña sensación de que alguna otra dimensión o nivel de existencia se había entrecruzado con el brillante día tropical duró sólo unos minutos. Evasivo pero potente, no se parecía a nada que pudiese recordar. El largo y extrañamente lustroso momento que precedió a nuestra súbita retirada pasó sin ser mencionado. Reconocí que aquella experiencia había sido inducida por el hongo, pero no quería que aquello me distrajese pues estábamos detrás de algo más grande. Estábamos involucrados, imaginaba yo, en la búsqueda de alucinógenos de diferente tipo: plantas que contienen la droga activa por vía oral di-metiltriptamina (o DMT) y la poción psiquedélica ayahuasca. Estas plantas están asociadas desde hace tiempo con habilidades telepáticas y hechos paranormales. Sus patrones de utilización, únicos en las selvas amazónicas, no habían sido completamente estudiados. Una vez que bajaron los efectos, dejé la experiencia del hongo para otra ocasión. Residentes colombianos me aseguraron que la dorada Stropharia crecía exclusivamente en los excrementos de ganado Cebú, y supuse que en las junglas del interior, donde en breve nos encontraríamos, no habría pastos o ganado. Abandonando los pensamientos del hongo me preparé para los rigores de nuestro descenso por el río Putumayo hacia nuestro destino, una remota misión llamada La Chorrera. ¿Por qué una banda de gitanos como la nuestra vino a parar a las brumosas junglas de Colombia? Éramos un grupo de cinco personas, unidas por la amistad, una imaginación extravagante y cierta ingenuidad y dedicación por los viajes y experiencias exóticas. Ev, nuestra intérprete y mi nueva amante, era el único miembro no muy afianzado entre los demás. Era norteamericana, como el resto de nosotros, y había vivido durante algunos años en Sudamérica y viajado por el este (donde me crucé una vez con ella en el aeropuerto de Katmandú en un momento muy difícil para los dos -otra historia-). Había terminado recientemente con una larga relación sentimental. Ella solita y sin tener nada mejor que hacer, se juntó a nuestro grupo. Para cuando llegamos a La Chorrera llevaríamos ya tres semanas juntos. Los otros tres miembros del grupo eran mi hermano, Dennis, el más joven y el que menos había viajado de nosotros, estudiante de botánica y compañero de gran valor para mí; Vanessa, una vieja amiga mía de la escuela experimental de Berkeley, con conocimientos de antropología y fotografía, que también viajaba sola; y Dave, otro viejo amigo, un simpático meditador, orfebre y decorador de pantalones vaqueros y, como Vanessa, de Nueva York. Cuatro meses antes de nuestro descenso por el submundo acuático del bajo Putumayo, mi hermano y yo pasamos el mal trago de la muerte de nuestra madre. Antes había estado viajando por India e Indonesia durante tres años. Luego trabajé como profesor en las minas inglesas de Tokio, y cuando no pude más con aquello, me fui a Canadá. En Vancouver nuestro equipo organizó una reunión y planeó esta expedición amazónica para investigar las profundidades de la experiencia psiquedélica. Deliberadamente no cuento demasiado sobre nosotros. Quizás no nos enseñaron bien, pero ciertamente estábamos bien educados. Ninguno de nosotros tenía todavía veinticinco años. Nos habíamos juntado a causa de las tormentas políticas que caracterizaron nuestros años en Berkeley. Éramos refugiados de una sociedad que, pensábamos, estaba envenenada por su odio hacia sí misma y por contradicciones internas. Barajamos las opciones ideológicas y decidimos dirigir todos nuestros esfuerzos hacia la experiencia psiquedélica como el camino más corto hacia el próximo milenio, sobre el que habíamos depositado todas nuestras esperanzas. No teníamos ni idea de qué se podía esperar de Amazonia, pero habíamos recopilado toda la información etnobotánica que había disponible. Estos datos nos decían dónde se podían encontrar los diferentes alucinógenos, pero no lo que se podía esperar una vez encontrados. He dedicado algo de tiempo a pensar en lo predispuestos que podíamos haber estado ante las experiencias que finalmente llegarían. Nuestras interpretaciones de las cosas a menudo no coincidían, como es común entre personalidades fuertes o testigos de un suceso inusual. Éramos gente compleja o no estaríamos haciendo lo que estábamos haciendo. Aunque tenía veinticuatro años de edad podía verme ya diez años atrás envuelto en situaciones que muchos considerarían como extremas. Mi interés en las drogas, la magia, y las más oscuras aguas de la historia y la teología, me proporcionó el perfil de un príncipe florentino más que un chaval creciendo en el corazón de Estados Unidos en los últimos años cincuenta. Dennis compartió todos estos intereses ante la desesperación de nuestros duros y trabajadores padres. Por alguna razón fuimos raros desde el principio, elegidos para un destino demasiado extraño de imaginar. En una carta escrita once meses antes de nuestra expedición, encuentro que Dennis, incluso entonces, tenía una clara idea de lo que podría ocurrir. Me escribió mientras estaba en Taiwan en 1970 para decirme: En cuanto a la búsqueda chamánica principal y la idea de que su resolución pueda acarrear la muerte física -ciertamente algo sombrío- estaría interesado en oír cuán probable crees que es esta posibilidad y por qué. No he pensado en ello en términos de muerte, sino que he considerado que podría proporcionarnos, como seres vivos, acceso a voluntad a las puertas que los muertos atraviesan a diario. Yo veo esto como una especie de proyección astral hiper-espacial que permitiría al hiper-órgano, la consciencia, manifestarse instantáneamente en cualquier punto de la matriz espacio-temporal, o en todos los puntos simultáneamente. Sus cartas dejaban claro que su imaginación no se había atrofiado durante los últimos años de colegio en nuestro pequeño pueblo de Colorado. Una dieta estable de ciencia-ficción había hecho de su imaginación algo digno de observar y disfrutar. Un OVNI es, en esencia, este vórtice psíquico hiperespacialmente móvil, y el viaje podría perfectamente implicar un contacto con alguna raza de habitantes del hiperespacio. Probablemente sea un encuentro parecido a una "lección de vuelo": instrucciones de uso de la piedra transdimensional, cómo navegar en el hiperespacio, y quizás un curso introductorio de Ecología Cósmica. Dennis trataba, al igual que yo, de comprender y explicarse aquellos paisajes psíquicos llenos de duendes que la di-metiltriptamina, o DMT, nos revelaba. Cuando nos encontramos con la DMT en medio de la atmósfera surrealista de Berkeley durante el Verano del Amor del 68, se convirtió en el misterio principal y en la herramienta más efectiva para continuar nuestra búsqueda. Retener la forma física en esas condiciones sería, según parece, una cuestión de elección más que de necesidad; aunque podría ser una cuestión de indiferencia, ya que en la red hiperespacial toda manifestación física quedaría abierta. Yo diría que el tiempo no es lo más importante en esta aventura, aunque la muerte cultural de las tribus que buscamos está sucediéndose a un ritmo terrible. Nuestras coloridas fantasías no sólo se centraban en los alucinógenos de tipo DMT. Nuestro plan de acción para descubrir los secretos de la dimensión alucinógena se centraba en ellos también. Esto era así porque de los compuestos psicoactivos que conocíamos, aquellos que contenían DMT poseían la acción más intensa, aunque breve. La DMT no es una experiencia común, incluso entre los psiconautas del espacio interior, por eso hay que decir unas palabras sobre ella. En su forma sintética pura la DMT es una pasta cristalina o polvo que se fuma en pipa de cristal. Después de algunas inhalaciones la experiencia comienza rápidamente, de quince segundos a un minuto. La experiencia alucinógena que dispara dura entre tres y siete minutos y es inequívocamente peculiar, tan extraña que incluso los más devotos aficionados a las drogas alucinógenas pasan de ella. Aun así es el más común y más extendido de los alucinógenos que se encuentran de forma natural, y es la base, cuando no el compuesto entero, de la mayoría de los alucinógenos utilizados por las tribus aborígenes de la Sudamérica tropical. En la naturaleza, siendo un producto del metabolismo vegetal, no aparece en las concentraciones que salen del laboratorio. Los chamanes sudamericanos, sin embargo, se exponen a sus efectos de diferentes maneras y obtienen los mismos niveles de intensidad que con DMT puro. Su extrañeza y su poder excedían en tanto a los demás alucinógenos que la di-metiltriptamina y sus parientes químicos parecían finalmente definir, para nuestro pequeño círculo, la máxima exfoliación, la más radical y exuberante exposición de la dimensión alucinógena que puede darse sin riesgo serio para la integridad física y psíquica. Pensamos entonces que nuestra descripción fenomenológica de la dimensión alucinógena debería comenzar localizando un alucinógeno natural con buena concentración en DMT, y luego explorar, con amplitud de miras, los estados chamánicos que induce. Con este fin investigamos la literatura sobre triptaminas del alto Amazonas y descubrimos que la ayahuasca o yagé -la poción de Banisteriopsis caapi con aditivos de DMT- se conocía en una extensa área, al igual que diferentes rapés de DMT. Pero había un alucinógeno con DMT cuyo uso estaba restringido.El oo-koo-hé se obtiene de la resina de ciertos árboles miristicáceos del género Virola, esta se mezcla con cenizas de otras plantas, se le da forma de bolitas y se traga. Lo que llamaba la atención en la descripción de esta planta visionaria era que la tribu Huitoto del Alto Amazonas, la única que conocía el secreto de su preparación, la usaba para hablar con "pequeños hombrecillos" y obtener de ellos conocimiento. Estos pequeños hombrecillos hacen de puente entre los motivos alienígenas y las más tradicionales andaduras de los duendes y enanitos de los bosques. Esta tradición, que se extiende por todo el planeta, está bien estudiada en The Fairy Faith in Celtic Countries, de W.E. Evans-Wentz, un estudio pionero del folklore céltico que fue influyente para el investigador del OVNI Jacques Vallee, al igual que para nosotros. La mención de pequeños hombrecillos hizo sonar la campana, ya que durante mis experiencias fumando DMT sintetizado en Berkeley había tenido la impresión de meterme en un espacio habitado por simpáticos duendes autotransformables, criaturas mecánicas. Docenas de estas amistosas entidades fractales, con aspecto de huevos Fabergé goteando y rebotando, me rodeaban y trataban de enseñarme el lenguaje perdido de la poesía pura. Parecía que mascullaban una forma visible y pentadimensional de Ecstatic Nostratic, a juzgar por el impacto emocional de este farfulleo élfico. Ríos reflejados de significado fundido fluían y hervían a mi alrededor. Esto ocurrió varias veces. Era la transformación del lenguaje lo que hacía de estas experiencias algo tan memorable y peculiar. Bajo la influencia de la DMT, el lenguaje se transmutaba de algo escuchado a algo visto. La sintaxis se convertía en algo inequívocamente visible. Buscando paralelos a esta idea me veo forzado a recordar la maravillosa escena en la versión de Disney de Alicia en el país de las Maravillas, en la que Alicia se encuentra con una oruga sentada encima de una seta fumando en una pipa de agua. "¿Quién eres tú?" pregunta la oruga, deletreando su pregunta con humo por encima de su cabeza. Siempre ha habido sospechas de cierta sofisticación psiquedélica asociada con Lewis Carroll y su historia del siglo XIX sobre un país maravilloso y autotransformable. En manos de los animadores de Disney la cuasi-sinestésica fusión de los sentidos es exagerada y hecha explícita y literal. Lo que la oruga trata de comunicar no es oído sino visto, flotando en el espacio, un lenguaje visible cuyo medio es el conveniente humo que la oruga posee en abundancia. Lo que no quiere decir que la DMT sirva como mero estímulo para ver dibujos animados. No. La sensación que emana del encuentro con la DMT pone los pelos de punta. Es todo aquello que uno es capaz de soportar sin que las categorías de la consciencia se redefinan permanentemente. A menudo me preguntan si la DMT es peligrosa. La respuesta adecuada es que sólo es peligrosa si te sientes amenazado por la posibilidad de morir de asombro. Es tan grande el pasmo que acompaña la disolución de los límites entre nuestro mundo y ese otro insospechado continuum, que se acerca a una especie de éxtasis en sí mismo.La sensación de estar literalmente en alguna otra dimensión, provocada por estas extrañas experiencias con DMT, fue el origen de nuestra decisión de concentrarnos en los alucinógenos triptamínicos. Después de leer todo lo que había sobre triptaminas psicoactivas llegamos finalmente al trabajo del pionero etnobotánico Richard Evans Schultes. La segura posición de Schultes como profesor de botánica en Harvard le permitió dedicar su vida a recolectar y catalogar las plantas psicoactivas del planeta. Su artículo "Virola como alucinógeno administrado por vía oral" fue un punto de inflexión en nuestra búsqueda. Estábamos fascinados por su descripción de la resina de los árboles Virola theiodora como droga activa por vía oral, al igual que el hecho de que su uso estaba limitado a una pequeña área geográfica. Schultes fue nuestra inspiración al escribir sobre el oo-koo-hé:Sería necesaria una investigación adicional en la región original de estos indios para un entendimiento completo de este interesante alucinógeno... El interés en este alucinógeno recién descubierto no recae enteramente dentro de los límites de la antropología y la etnobotánica. Tiene que ver directamente con ciertas cuestiones farmacológicas y, considerado con otras plantas con propiedades psicotomiméticas a causa de las triptaminas, esta nueva droga oral propone cuestiones que han de afrontarse ahora y, si es posible, explicarse toxicológicamente. Basándonos en el artículo de Schultes decidimos abandonar nuestros estudios y carreras para concentrarnos en la Amazonia y la vecindad de La Chorrera en búsqueda del oo-koo-hé. Queríamos comprobar si las extrañas y titánicas dimensiones que habíamos encontrado en la DMT eran más accesibles a través de las combinaciones de plantas que los chamanes del Amazonas habían desarrollado. Eran estos sacramentos chamánicos en los que pensaba cuando subestimé la Stropharia que encontramos en el prado cerca de Florencia. Estaba ansioso por comenzar la búsqueda del exótico y prácticamente desconocido oo-koo-hé de los Huitoto. Poco podía yo imaginar que después de la llegada a La Chorrera nuestra búsqueda del oo-koo-hé estaría más que olvidada. El alucinógeno de los huitoto quedó totalmente eclipsado por el descubrimiento de hongos psilocíbicos creciendo en la zona de forma abundante, y por el extraño poder que parecía crepitar entre los neblinosos prados de esmeralda sobre los que se encontraban. Mi primera intuición de que La Chorrera era un sitio diferente de los demás vino cuando llegamos a Puerto Leguizamo, el punto de embarque propuesto en el río Putumayo. Sólo se puede llegar hasta él en aeroplano, ya que no hay carreteras que atraviesen la selva. Era un poblado fluvial sudamericano tan cansino y opresivo como uno se pueda imaginar. William Burroughs, que pasó por allí en busca de la ayahuasca en los 50, dijo que "parece un lugar después de una inundación". En 1971 había cambiado poco. Estábamos instalados en nuestro hotel, recién llegados del ritual de inspección de extranjeros que se monta en las áreas fronterizas de Colombia, cuando el gerente del hotel nos informó de que un paisano nuestro vivía cerca. Parecía increíble que un norteamericano pudiera vivir en un lugar tan inhóspito. Cuando la señora dijo que ese hombre, el Señor Brown, era muy viejo y también negro, la cosa se volvió aún más enigmática. Me picó la curiosidad y salí inmediatamente acompañado por uno de los hijos de la señora del hotel. Al salir mi guía apenas pudo esperar a atravesar la puerta del hotel para informarme de que el hombre que íbamos a ver era "mal y bizarro". "El Señor Brown es un sanguinero," dijo. ¿Un asesino? ¿Iba entonces a ver a un criminal? No parecía probable y no le creí. "¿Un sanguinero," dice?A principios de siglo el boom del caucho llevó el horror a los indios de la Amazonia y aún persiste en la memoria de los más ancianos. Para los más jóvenes representa una terrible leyenda. En los alrededores de La Chorrera la población huitoto fue sistemáticamente reducida de 40.000 indios en 1905 a 5.000 en 1970. No podía imaginar una conexión entre aquellos lejanos sucesos y la persona que íbamos a conocer. Supuse que esa historia que me contaba quería decir que se trataba de un personaje temido entre los locales y sobre el que se habían acumulado extravagantes historias. Enseguida llegamos a una casa destartalada no muy diferente de las demás con un pequeño jardín tras una alta y gruesa valla. Mi guía llamó y gritó y pronto un muchacho salió a abrirnos la verja. Mi compañero desapareció y la verja se cerró detrás de mí. Un enorme cerdo estaba tumbado en la parte más húmeda del jardín; tres escalones más arriba había una terraza. En ella, sonriendo e indicando que me acercase, se sentaba un hombre negro, muy delgado, muy viejo y muy arrugado: John Brown. Uno no conoce a menudo una leyenda viviente y si hubiera sabido más de la persona que tenía delante hubiera sido más respetuoso. "Sí," dijo, "soy norteamericano." Y, "sí, diablos, sí, soy viejo, 93 años. Mi historia, hijo mío, es tan larga..." Se rió secamente. John Brown era el hijo de un esclavo, dejó Norteamérica en 1885 para no volver nunca. Fue a Barbados y luego a Francia, fue marino mercante y visitó Aden y Bombay. Alrededor de 1910 llegó a Perú, a Iquitos. Ahí le pusieron a cargo de un grupo de trabajadores en la célebre Casa de Arana, la cual fue la fuerza principal tras la brutal explotación y asesinato en masa de indios del Amazonas durante el boom del caucho. Estuve unas cuantas horas ese día con el Señor Brown. Era una persona extraordinaria. Tan pronto cercano como ausente y distante, un pedazo viviente de historia. Había sido el sirviente personal del Capitán Thomas Whiffin del Decimocuarto de Húsares, un aventurero británico que exploró la zona de La Chorrera alrededor de 1912. Brown, que es descrito en el ahora extraño trabajo de Whiffin, Exploraciones del Alto Amazonas, fue la última persona que vio al explorador francés Eugène Robuchon, que desapareció en el río Caquetá en 1913. "Sí, tenía una esposa huitoto y un enorme perro negro que nunca le abandonaba," musitaba Brown. John Brown hablaba huitoto y en una ocasión había vivido con una mujer huitoto durante muchos años. Conocía bien la zona donde íbamos a aventurarnos. Nunca había oído hablar del oo-koo-hé, pero en 1915 tomó ayahuasca por primera vez, y en La Chorrera. La descripción de sus experiencias fue una inspiración añadida para continuar hacia nuestro objetivo. Sólo después de volver del Amazonas fue cuando me enteré que este era el mismo John Brown que había denunciado a las autoridades británicas las atrocidades de los barones del caucho a lo largo del Putumayo. Primero habló con Roger Casement, entonces Cónsul británico en Río de Janeiro, que fue a Perú en 1910 para investigar la historia de las atrocidades. Pocos recuerdan, tan horrorosa es la historia del siglo XX, que antes de Guernica y Auschwitz, el Alto Amazonas fue el escenario de uno de los episodios de deshumanización mecanizada tan típicos de nuestra era. Bancos británicos asociados con el clan Arana y otros operadores laissez faire, financiaron el uso del terror, la intimidación y el asesinato para forzar a los indios de la selva a cultivar caucho salvaje. Fue John Brown quien regresó a Londres con Casement para ofrecer pruebas a la investigación de la Royal High Commission. Volví a hablar con él los dos días siguientes mientras continuaban los preparativos para nuestra travesía por el río. Estaba impresionado por la sinceridad de Brown, por la profundidad de su entendimiento hacia mí, por la forma en que Roger Casement y un mundo casi olvidado -un mundo conocido por mí sólo a través de la breve mención de James Joyce en Ulysses- revivía en aquellas largas charlas en su terraza. Habló mucho y elocuentemente de La Chorrera. No había estado allí desde 1935, pero encontré el lugar tal y como me lo había descrito. El viejo y febril pueblo encantado en la llanura al otro lado del lago ya no existía, pero los barracones de los esclavos indios todavía se podían ver, anillos de hierro hundidos en la sudorosa piedra basáltica. La célebre Casa de Arana ya no estaba, y Perú abandonó hace tiempo la reclamación de estas tierras a Colombia. Pero el viejo pueblo de La Chorrera era realmente fantasmagórico, y también la ruta del caucho, o trocha, que en poco tiempo usaríamos para caminar los ciento diez kilómetros que separan La Chorrera del río Putumayo. En 1911, veinte mil indios dieron sus vidas para construir aquella ruta a través de la selva. A los indios que se negaban a trabajar les rebanaban con machete el culo y la planta de los pies. ¿Para qué? Para que, en un acto de hybris surrealista típico del tecno-colonialismo, un coche pudiera recorrer el trayecto en 1915. Un viaje de ningún sitio a ningún sitio. Andando por aquellos oscuros y desiertos caminos creía escuchar un rugido de voces y el sonido de pies encadenados. Los monólogos de John Brown apenas me prepararon para aquello. La mañana en que nuestro bote estaba listo para llevarnos río abajo paramos en su casa camino de la embarcación. Sus ojos y su piel brillaban. Era el guardián del mundo plutónico río abajo desde Puerto Leguizamo, y lo sabía. Me sentía como un niño delante de él, y también lo sabía. "Bye, bye, babies. Bye, bye," fue su seca despedida.


Terence McKenna se ha dedicado durante veinticinco años a explorar lo que el llama 'etnofarmacología de la transformación de la conciencia' y es especialista en etnomedicina de la cuenca amazónica. Desde la década de los 60 es considerado el más autorizado investigador en el uso de plantas que alteran la percepción y el más importante vocero de la contracultura psiquedélica.

Reseñas - Índice - Capítulo 1 - Página principal


Reseñas:"Terence McKenna nos presenta una versión laboriosamente actualizada, irónica y totalmente apasionada de la Revolución Psiquedélica. Sería difícil encontrar una narrativa de las drogas posicionada de forma tan seductora y barroca en los lindes de la cultura como esta apasionada saga Tom-y-Huck-navegan-el-Gran-Río de vínculos entre hermanos... En pocas palabras, Terence es un bocinazo". - Esquire"McKenna es como un encantador sofista psiquedélico... una señal clara de que el reaganismo-bushismo está muerto y bien enterrado, y que una época más radical puede estar a la vuelta de la esquina". - New York Times"Repleto de buenas razones para preservar el planeta, bucear por el análisis científico hasta la experiencia psiquedélica e historias de ebriedad realmente asombrosas". - Village VoiceInicio de página


Índice:Prefacio 15 Capítulo 1: La Llamada del Secreto 17 En el que se presenta a nuestro reparto de personajes, incluido un hongo, y se exponen sus peculiares intereses. La jungla amazónica es invocada y tomado el descenso de uno de sus ríos.Capítulo 2: En el Paraíso del Diablo 31 En el que Solo Dark y Ev son presentados y se delinea el pasado de cada uno de nosotros. Reflexiones filosóficas durante un lánguido descenso por el río Putumayo.Capítulo 3: Por una Senda Fantasma 47 En el que conocemos a un antropólogo y a su esposa, abandonamos a Solo Dark y nos dirigimos hacia nuestro destino en la Misión de La Chorrera.Capítulo 4: Acampados junto a un Umbral 59 En el que conocemos los hongos y los chamanes de La Chorrera.Capítulo 5: Un Roce con lo Otro 69 En el que nos trasladamos a una nueva casa y Dennis tiene una extraña experiencia que divide a nuestro grupo.Capítulo 6: Interludio en Katmandu 79 En el que un flashback a excesos tántricos en el nido del Asia hippy ilumina extrañas experiencias con hongos en La Chorrera.Capítulo 7: Un Psicofluido Violeta 91 En el que Dennis comienza a exponer su Opus Alquímico y es debatido si un psicofluido puede ser o no materia translinguística.Capítulo 8: El Opus, aclarado 107 En el que Dennis revela su estrategia para comenzar el Gran Trabajo.Capítulo 9: Una Conversación sobre Platillos Volantes 115 En el que ensayamos los detalles para la construcción del Cuerpo de Resurrección, y una parte de nuestra teoría es puesta a prueba.Capítulo 10: Más sobre el Opus 127 En el que refinamos la teoría y comienzan los preparativos para el vuelo de ensayo del Aerolito Sófico.Capítulo 11: El Experimento de La Chorrera 137 En el que se lleva a cabo el experimento y los hermanos McKenna se vuelven locos con sus inesperados resultados.Capítulo 12: En el Vórtice 153 En el que descubrimos que el Universo es más extraño de lo que podemos suponer, Dennis hace un viaje chamánico y nuestro grupo se polariza y se divide.Capítulo 13: Jugando en los Campos de Señor 163 En el que Dennis y yo exploramos el contenido de nuestras mutuas ilusiones e iluminaciones.Capítulo 14: Mirando atrás 173 En el que recordamos algunos milagros, entre los que se encuentra la aparición de James y Nora Joyce disfrazados de pollos.Capítulo 15: Un Platillo lleno de Secretos 191 En el que planeamos la retirada, me encuentro con un platillo volante y las teorías surgen como hongos a nuestra vuelta a Berkeley.Capítulo 16: Retorno 207 En el que Ev y yo volvemos a La Chorrera y un nuevo cometa se acerca a la tierra.Capítulo 17: Bailando con el Enigma 221 En el que hago flashback a mi cercano reclutamiento por parte de una banda de científicos nazis mientras visitaba Timor.Capítulo 18: ¿Y qué significa esto? 237 En el que intento enlazar nuestras experiencias con una ciencia que es cualquier cosa menos normal.Capítulo 19: La Llegada del Estrofariante 251 En el que Ev y yo nos separamos y el hongo recita una oración mientras pasa a un sistema de cultivo clandestino.Capítulo 20: La Conexión Hawaiana 263 En el que nos ataca un grupo de Mantis piratas del hiperespacio en las tierras volcánicas de Kau, Hawai, y pronuncio mis últimas palabras sobre lo inenarrable.Epílogo 273 En el que vuelvo al presente, presento a mis amigos tal y como son ahora, y hago una reverencia ante lo extraño de todo esto. Agradecimientos 279 Lectura adicional 281Inicio de página


Capítulo 1:La Llamada del SecretoEn el que se presenta a nuestro reparto de personajes, incluido un hongo, y se exponen sus peculiares intereses. La jungla amazónica es invocada y tomado el descenso de uno de sus ríos.Durante miles de años, las visiones transmitidas por los hongos alucinógenos han sido consideradas y reverenciadas como auténticos misterios religiosos. Gran parte de mi tiempo durante los últimos veinte años ha estado dedicado a contemplar y describir este misterio. Celosamente custodiado por ángeles caóticamente enjoyados -"Cada ángel es terrible," escribió Rilke, y al mismo tiempo sagrado y profano- el hongo ha surgido en mi vida de la misma forma en que pudo haber surgido en un futuro de la historia de la Humanidad. He escogido un estilo literario para contar esta historia. Un misterio viviente puede tomar cualquier forma -es maestro del lugar y del espacio, del tiempo y del espíritu- aun así, mi búsqueda de un método simple para revelar este misterio me ha hecho seguir la tradición: escribir de forma cronológica una historia que es a la vez verdadera e increíblemente extraña. A principios de febrero de 1971 pasaba por el sur de Colombia con mi hermano y unos amigos de camino hacia una expedición por la Amazonia colombiana. Nuestra ruta nos llevó a través de Florencia, capital de provincia del Departamento de Caquetá. Pasamos allí algunos días, esperando un avión que nos llevaría a nuestro punto de embarque en el río Putumayo, un río cuya vasta extensión constituye la frontera entre Colombia y sus dos vecinos del sur, Ecuador y Perú. El día que debíamos partir fue especialmente caluroso y por fin dejamos los opresivos confines de nuestro hotel, cerca del ruidoso mercado central y la estación de autobuses. Salimos de la ciudad y caminamos unos dos kilómetros hacia el sur. Allí estaban las cálidas aguas del río Hacha, visible a través de prados de hierba alta. Después de nadar en el río, explorando profundas piscinas esculpidas sobre el suelo de negro basalto por los torrentes de agua caliente, regresamos por el mismo camino. Alguien más familiarizado que yo con el aspecto de la Stropharia cubensis señaló un gran espécimen, alto y solitario, en una porción de excremento de vaca. De forma impulsiva y movido por las sugerencias de mis compañeros, ingerí el hongo entero. Duró un momento tan sólo, luego continuamos andando, cansados después de nadar. Una tormenta tropical se dirigía hacia nosotros desde el este a través de la cordillera andina, donde está situada Florencia. Caminamos en silencio durante quizás un cuarto de hora. Somnoliento, eché la cabeza hacia atrás, casi hipnotizado por el movimiento regular de mis botas cortando la hierba. Para enderezar la espalda y abandonar mi letargo, me detuve y me estiré, observando el horizonte. Una sensación de inmensidad en el cielo que he llegado a asociar con la psilocibina, inundó mi cuerpo por primera vez. Pedí a mis amigos que parasen un rato y me senté pesadamente en el suelo. Un trueno silencioso parecía agitar el aire delante de mí. Las cosas adquirían una nueva presencia y significado. Esta sensación llegó y pasó como una onda expansiva, justo cuando las primeras furias de la tormenta tropical descargaban sobre nuestras cabezas, dejándonos empapados. La extraña sensación de que alguna otra dimensión o nivel de existencia se había entrecruzado con el brillante día tropical duró sólo unos minutos. Evasivo pero potente, no se parecía a nada que pudiese recordar. El largo y extrañamente lustroso momento que precedió a nuestra súbita retirada pasó sin ser mencionado. Reconocí que aquella experiencia había sido inducida por el hongo, pero no quería que aquello me distrajese pues estábamos detrás de algo más grande. Estábamos involucrados, imaginaba yo, en la búsqueda de alucinógenos de diferente tipo: plantas que contienen la droga activa por vía oral di-metiltriptamina (o DMT) y la poción psiquedélica ayahuasca. Estas plantas están asociadas desde hace tiempo con habilidades telepáticas y hechos paranormales. Sus patrones de utilización, únicos en las selvas amazónicas, no habían sido completamente estudiados. Una vez que bajaron los efectos, dejé la experiencia del hongo para otra ocasión. Residentes colombianos me aseguraron que la dorada Stropharia crecía exclusivamente en los excrementos de ganado Cebú, y supuse que en las junglas del interior, donde en breve nos encontraríamos, no habría pastos o ganado. Abandonando los pensamientos del hongo me preparé para los rigores de nuestro descenso por el río Putumayo hacia nuestro destino, una remota misión llamada La Chorrera. ¿Por qué una banda de gitanos como la nuestra vino a parar a las brumosas junglas de Colombia? Éramos un grupo de cinco personas, unidas por la amistad, una imaginación extravagante y cierta ingenuidad y dedicación por los viajes y experiencias exóticas. Ev, nuestra intérprete y mi nueva amante, era el único miembro no muy afianzado entre los demás. Era norteamericana, como el resto de nosotros, y había vivido durante algunos años en Sudamérica y viajado por el este (donde me crucé una vez con ella en el aeropuerto de Katmandú en un momento muy difícil para los dos -otra historia-). Había terminado recientemente con una larga relación sentimental. Ella solita y sin tener nada mejor que hacer, se juntó a nuestro grupo. Para cuando llegamos a La Chorrera llevaríamos ya tres semanas juntos. Los otros tres miembros del grupo eran mi hermano, Dennis, el más joven y el que menos había viajado de nosotros, estudiante de botánica y compañero de gran valor para mí; Vanessa, una vieja amiga mía de la escuela experimental de Berkeley, con conocimientos de antropología y fotografía, que también viajaba sola; y Dave, otro viejo amigo, un simpático meditador, orfebre y decorador de pantalones vaqueros y, como Vanessa, de Nueva York. Cuatro meses antes de nuestro descenso por el submundo acuático del bajo Putumayo, mi hermano y yo pasamos el mal trago de la muerte de nuestra madre. Antes había estado viajando por India e Indonesia durante tres años. Luego trabajé como profesor en las minas inglesas de Tokio, y cuando no pude más con aquello, me fui a Canadá. En Vancouver nuestro equipo organizó una reunión y planeó esta expedición amazónica para investigar las profundidades de la experiencia psiquedélica. Deliberadamente no cuento demasiado sobre nosotros. Quizás no nos enseñaron bien, pero ciertamente estábamos bien educados. Ninguno de nosotros tenía todavía veinticinco años. Nos habíamos juntado a causa de las tormentas políticas que caracterizaron nuestros años en Berkeley. Éramos refugiados de una sociedad que, pensábamos, estaba envenenada por su odio hacia sí misma y por contradicciones internas. Barajamos las opciones ideológicas y decidimos dirigir todos nuestros esfuerzos hacia la experiencia psiquedélica como el camino más corto hacia el próximo milenio, sobre el que habíamos depositado todas nuestras esperanzas. No teníamos ni idea de qué se podía esperar de Amazonia, pero habíamos recopilado toda la información etnobotánica que había disponible. Estos datos nos decían dónde se podían encontrar los diferentes alucinógenos, pero no lo que se podía esperar una vez encontrados. He dedicado algo de tiempo a pensar en lo predispuestos que podíamos haber estado ante las experiencias que finalmente llegarían. Nuestras interpretaciones de las cosas a menudo no coincidían, como es común entre personalidades fuertes o testigos de un suceso inusual. Éramos gente compleja o no estaríamos haciendo lo que estábamos haciendo. Aunque tenía veinticuatro años de edad podía verme ya diez años atrás envuelto en situaciones que muchos considerarían como extremas. Mi interés en las drogas, la magia, y las más oscuras aguas de la historia y la teología, me proporcionó el perfil de un príncipe florentino más que un chaval creciendo en el corazón de Estados Unidos en los últimos años cincuenta. Dennis compartió todos estos intereses ante la desesperación de nuestros duros y trabajadores padres. Por alguna razón fuimos raros desde el principio, elegidos para un destino demasiado extraño de imaginar. En una carta escrita once meses antes de nuestra expedición, encuentro que Dennis, incluso entonces, tenía una clara idea de lo que podría ocurrir. Me escribió mientras estaba en Taiwan en 1970 para decirme: En cuanto a la búsqueda chamánica principal y la idea de que su resolución pueda acarrear la muerte física -ciertamente algo sombrío- estaría interesado en oír cuán probable crees que es esta posibilidad y por qué. No he pensado en ello en términos de muerte, sino que he considerado que podría proporcionarnos, como seres vivos, acceso a voluntad a las puertas que los muertos atraviesan a diario. Yo veo esto como una especie de proyección astral hiper-espacial que permitiría al hiper-órgano, la consciencia, manifestarse instantáneamente en cualquier punto de la matriz espacio-temporal, o en todos los puntos simultáneamente. Sus cartas dejaban claro que su imaginación no se había atrofiado durante los últimos años de colegio en nuestro pequeño pueblo de Colorado. Una dieta estable de ciencia-ficción había hecho de su imaginación algo digno de observar y disfrutar. Un OVNI es, en esencia, este vórtice psíquico hiperespacialmente móvil, y el viaje podría perfectamente implicar un contacto con alguna raza de habitantes del hiperespacio. Probablemente sea un encuentro parecido a una "lección de vuelo": instrucciones de uso de la piedra transdimensional, cómo navegar en el hiperespacio, y quizás un curso introductorio de Ecología Cósmica. Dennis trataba, al igual que yo, de comprender y explicarse aquellos paisajes psíquicos llenos de duendes que la di-metiltriptamina, o DMT, nos revelaba. Cuando nos encontramos con la DMT en medio de la atmósfera surrealista de Berkeley durante el Verano del Amor del 68, se convirtió en el misterio principal y en la herramienta más efectiva para continuar nuestra búsqueda. Retener la forma física en esas condiciones sería, según parece, una cuestión de elección más que de necesidad; aunque podría ser una cuestión de indiferencia, ya que en la red hiperespacial toda manifestación física quedaría abierta. Yo diría que el tiempo no es lo más importante en esta aventura, aunque la muerte cultural de las tribus que buscamos está sucediéndose a un ritmo terrible. Nuestras coloridas fantasías no sólo se centraban en los alucinógenos de tipo DMT. Nuestro plan de acción para descubrir los secretos de la dimensión alucinógena se centraba en ellos también. Esto era así porque de los compuestos psicoactivos que conocíamos, aquellos que contenían DMT poseían la acción más intensa, aunque breve. La DMT no es una experiencia común, incluso entre los psiconautas del espacio interior, por eso hay que decir unas palabras sobre ella. En su forma sintética pura la DMT es una pasta cristalina o polvo que se fuma en pipa de cristal. Después de algunas inhalaciones la experiencia comienza rápidamente, de quince segundos a un minuto. La experiencia alucinógena que dispara dura entre tres y siete minutos y es inequívocamente peculiar, tan extraña que incluso los más devotos aficionados a las drogas alucinógenas pasan de ella. Aun así es el más común y más extendido de los alucinógenos que se encuentran de forma natural, y es la base, cuando no el compuesto entero, de la mayoría de los alucinógenos utilizados por las tribus aborígenes de la Sudamérica tropical. En la naturaleza, siendo un producto del metabolismo vegetal, no aparece en las concentraciones que salen del laboratorio. Los chamanes sudamericanos, sin embargo, se exponen a sus efectos de diferentes maneras y obtienen los mismos niveles de intensidad que con DMT puro. Su extrañeza y su poder excedían en tanto a los demás alucinógenos que la di-metiltriptamina y sus parientes químicos parecían finalmente definir, para nuestro pequeño círculo, la máxima exfoliación, la más radical y exuberante exposición de la dimensión alucinógena que puede darse sin riesgo serio para la integridad física y psíquica. Pensamos entonces que nuestra descripción fenomenológica de la dimensión alucinógena debería comenzar localizando un alucinógeno natural con buena concentración en DMT, y luego explorar, con amplitud de miras, los estados chamánicos que induce. Con este fin investigamos la literatura sobre triptaminas del alto Amazonas y descubrimos que la ayahuasca o yagé -la poción de Banisteriopsis caapi con aditivos de DMT- se conocía en una extensa área, al igual que diferentes rapés de DMT. Pero había un alucinógeno con DMT cuyo uso estaba restringido.El oo-koo-hé se obtiene de la resina de ciertos árboles miristicáceos del género Virola, esta se mezcla con cenizas de otras plantas, se le da forma de bolitas y se traga. Lo que llamaba la atención en la descripción de esta planta visionaria era que la tribu Huitoto del Alto Amazonas, la única que conocía el secreto de su preparación, la usaba para hablar con "pequeños hombrecillos" y obtener de ellos conocimiento. Estos pequeños hombrecillos hacen de puente entre los motivos alienígenas y las más tradicionales andaduras de los duendes y enanitos de los bosques. Esta tradición, que se extiende por todo el planeta, está bien estudiada en The Fairy Faith in Celtic Countries, de W.E. Evans-Wentz, un estudio pionero del folklore céltico que fue influyente para el investigador del OVNI Jacques Vallee, al igual que para nosotros. La mención de pequeños hombrecillos hizo sonar la campana, ya que durante mis experiencias fumando DMT sintetizado en Berkeley había tenido la impresión de meterme en un espacio habitado por simpáticos duendes autotransformables, criaturas mecánicas. Docenas de estas amistosas entidades fractales, con aspecto de huevos Fabergé goteando y rebotando, me rodeaban y trataban de enseñarme el lenguaje perdido de la poesía pura. Parecía que mascullaban una forma visible y pentadimensional de Ecstatic Nostratic, a juzgar por el impacto emocional de este farfulleo élfico. Ríos reflejados de significado fundido fluían y hervían a mi alrededor. Esto ocurrió varias veces. Era la transformación del lenguaje lo que hacía de estas experiencias algo tan memorable y peculiar. Bajo la influencia de la DMT, el lenguaje se transmutaba de algo escuchado a algo visto. La sintaxis se convertía en algo inequívocamente visible. Buscando paralelos a esta idea me veo forzado a recordar la maravillosa escena en la versión de Disney de Alicia en el país de las Maravillas, en la que Alicia se encuentra con una oruga sentada encima de una seta fumando en una pipa de agua. "¿Quién eres tú?" pregunta la oruga, deletreando su pregunta con humo por encima de su cabeza. Siempre ha habido sospechas de cierta sofisticación psiquedélica asociada con Lewis Carroll y su historia del siglo XIX sobre un país maravilloso y autotransformable. En manos de los animadores de Disney la cuasi-sinestésica fusión de los sentidos es exagerada y hecha explícita y literal. Lo que la oruga trata de comunicar no es oído sino visto, flotando en el espacio, un lenguaje visible cuyo medio es el conveniente humo que la oruga posee en abundancia. Lo que no quiere decir que la DMT sirva como mero estímulo para ver dibujos animados. No. La sensación que emana del encuentro con la DMT pone los pelos de punta. Es todo aquello que uno es capaz de soportar sin que las categorías de la consciencia se redefinan permanentemente. A menudo me preguntan si la DMT es peligrosa. La respuesta adecuada es que sólo es peligrosa si te sientes amenazado por la posibilidad de morir de asombro. Es tan grande el pasmo que acompaña la disolución de los límites entre nuestro mundo y ese otro insospechado continuum, que se acerca a una especie de éxtasis en sí mismo.La sensación de estar literalmente en alguna otra dimensión, provocada por estas extrañas experiencias con DMT, fue el origen de nuestra decisión de concentrarnos en los alucinógenos triptamínicos. Después de leer todo lo que había sobre triptaminas psicoactivas llegamos finalmente al trabajo del pionero etnobotánico Richard Evans Schultes. La segura posición de Schultes como profesor de botánica en Harvard le permitió dedicar su vida a recolectar y catalogar las plantas psicoactivas del planeta. Su artículo "Virola como alucinógeno administrado por vía oral" fue un punto de inflexión en nuestra búsqueda. Estábamos fascinados por su descripción de la resina de los árboles Virola theiodora como droga activa por vía oral, al igual que el hecho de que su uso estaba limitado a una pequeña área geográfica. Schultes fue nuestra inspiración al escribir sobre el oo-koo-hé:Sería necesaria una investigación adicional en la región original de estos indios para un entendimiento completo de este interesante alucinógeno... El interés en este alucinógeno recién descubierto no recae enteramente dentro de los límites de la antropología y la etnobotánica. Tiene que ver directamente con ciertas cuestiones farmacológicas y, considerado con otras plantas con propiedades psicotomiméticas a causa de las triptaminas, esta nueva droga oral propone cuestiones que han de afrontarse ahora y, si es posible, explicarse toxicológicamente. Basándonos en el artículo de Schultes decidimos abandonar nuestros estudios y carreras para concentrarnos en la Amazonia y la vecindad de La Chorrera en búsqueda del oo-koo-hé. Queríamos comprobar si las extrañas y titánicas dimensiones que habíamos encontrado en la DMT eran más accesibles a través de las combinaciones de plantas que los chamanes del Amazonas habían desarrollado. Eran estos sacramentos chamánicos en los que pensaba cuando subestimé la Stropharia que encontramos en el prado cerca de Florencia. Estaba ansioso por comenzar la búsqueda del exótico y prácticamente desconocido oo-koo-hé de los Huitoto. Poco podía yo imaginar que después de la llegada a La Chorrera nuestra búsqueda del oo-koo-hé estaría más que olvidada. El alucinógeno de los huitoto quedó totalmente eclipsado por el descubrimiento de hongos psilocíbicos creciendo en la zona de forma abundante, y por el extraño poder que parecía crepitar entre los neblinosos prados de esmeralda sobre los que se encontraban. Mi primera intuición de que La Chorrera era un sitio diferente de los demás vino cuando llegamos a Puerto Leguizamo, el punto de embarque propuesto en el río Putumayo. Sólo se puede llegar hasta él en aeroplano, ya que no hay carreteras que atraviesen la selva. Era un poblado fluvial sudamericano tan cansino y opresivo como uno se pueda imaginar. William Burroughs, que pasó por allí en busca de la ayahuasca en los 50, dijo que "parece un lugar después de una inundación". En 1971 había cambiado poco. Estábamos instalados en nuestro hotel, recién llegados del ritual de inspección de extranjeros que se monta en las áreas fronterizas de Colombia, cuando el gerente del hotel nos informó de que un paisano nuestro vivía cerca. Parecía increíble que un norteamericano pudiera vivir en un lugar tan inhóspito. Cuando la señora dijo que ese hombre, el Señor Brown, era muy viejo y también negro, la cosa se volvió aún más enigmática. Me picó la curiosidad y salí inmediatamente acompañado por uno de los hijos de la señora del hotel. Al salir mi guía apenas pudo esperar a atravesar la puerta del hotel para informarme de que el hombre que íbamos a ver era "mal y bizarro". "El Señor Brown es un sanguinero," dijo. ¿Un asesino? ¿Iba entonces a ver a un criminal? No parecía probable y no le creí. "¿Un sanguinero," dice?A principios de siglo el boom del caucho llevó el horror a los indios de la Amazonia y aún persiste en la memoria de los más ancianos. Para los más jóvenes representa una terrible leyenda. En los alrededores de La Chorrera la población huitoto fue sistemáticamente reducida de 40.000 indios en 1905 a 5.000 en 1970. No podía imaginar una conexión entre aquellos lejanos sucesos y la persona que íbamos a conocer. Supuse que esa historia que me contaba quería decir que se trataba de un personaje temido entre los locales y sobre el que se habían acumulado extravagantes historias. Enseguida llegamos a una casa destartalada no muy diferente de las demás con un pequeño jardín tras una alta y gruesa valla. Mi guía llamó y gritó y pronto un muchacho salió a abrirnos la verja. Mi compañero desapareció y la verja se cerró detrás de mí. Un enorme cerdo estaba tumbado en la parte más húmeda del jardín; tres escalones más arriba había una terraza. En ella, sonriendo e indicando que me acercase, se sentaba un hombre negro, muy delgado, muy viejo y muy arrugado: John Brown. Uno no conoce a menudo una leyenda viviente y si hubiera sabido más de la persona que tenía delante hubiera sido más respetuoso. "Sí," dijo, "soy norteamericano." Y, "sí, diablos, sí, soy viejo, 93 años. Mi historia, hijo mío, es tan larga..." Se rió secamente. John Brown era el hijo de un esclavo, dejó Norteamérica en 1885 para no volver nunca. Fue a Barbados y luego a Francia, fue marino mercante y visitó Aden y Bombay. Alrededor de 1910 llegó a Perú, a Iquitos. Ahí le pusieron a cargo de un grupo de trabajadores en la célebre Casa de Arana, la cual fue la fuerza principal tras la brutal explotación y asesinato en masa de indios del Amazonas durante el boom del caucho. Estuve unas cuantas horas ese día con el Señor Brown. Era una persona extraordinaria. Tan pronto cercano como ausente y distante, un pedazo viviente de historia. Había sido el sirviente personal del Capitán Thomas Whiffin del Decimocuarto de Húsares, un aventurero británico que exploró la zona de La Chorrera alrededor de 1912. Brown, que es descrito en el ahora extraño trabajo de Whiffin, Exploraciones del Alto Amazonas, fue la última persona que vio al explorador francés Eugène Robuchon, que desapareció en el río Caquetá en 1913. "Sí, tenía una esposa huitoto y un enorme perro negro que nunca le abandonaba," musitaba Brown. John Brown hablaba huitoto y en una ocasión había vivido con una mujer huitoto durante muchos años. Conocía bien la zona donde íbamos a aventurarnos. Nunca había oído hablar del oo-koo-hé, pero en 1915 tomó ayahuasca por primera vez, y en La Chorrera. La descripción de sus experiencias fue una inspiración añadida para continuar hacia nuestro objetivo. Sólo después de volver del Amazonas fue cuando me enteré que este era el mismo John Brown que había denunciado a las autoridades británicas las atrocidades de los barones del caucho a lo largo del Putumayo. Primero habló con Roger Casement, entonces Cónsul británico en Río de Janeiro, que fue a Perú en 1910 para investigar la historia de las atrocidades. Pocos recuerdan, tan horrorosa es la historia del siglo XX, que antes de Guernica y Auschwitz, el Alto Amazonas fue el escenario de uno de los episodios de deshumanización mecanizada tan típicos de nuestra era. Bancos británicos asociados con el clan Arana y otros operadores laissez faire, financiaron el uso del terror, la intimidación y el asesinato para forzar a los indios de la selva a cultivar caucho salvaje. Fue John Brown quien regresó a Londres con Casement para ofrecer pruebas a la investigación de la Royal High Commission. Volví a hablar con él los dos días siguientes mientras continuaban los preparativos para nuestra travesía por el río. Estaba impresionado por la sinceridad de Brown, por la profundidad de su entendimiento hacia mí, por la forma en que Roger Casement y un mundo casi olvidado -un mundo conocido por mí sólo a través de la breve mención de James Joyce en Ulysses- revivía en aquellas largas charlas en su terraza. Habló mucho y elocuentemente de La Chorrera. No había estado allí desde 1935, pero encontré el lugar tal y como me lo había descrito. El viejo y febril pueblo encantado en la llanura al otro lado del lago ya no existía, pero los barracones de los esclavos indios todavía se podían ver, anillos de hierro hundidos en la sudorosa piedra basáltica. La célebre Casa de Arana ya no estaba, y Perú abandonó hace tiempo la reclamación de estas tierras a Colombia. Pero el viejo pueblo de La Chorrera era realmente fantasmagórico, y también la ruta del caucho, o trocha, que en poco tiempo usaríamos para caminar los ciento diez kilómetros que separan La Chorrera del río Putumayo. En 1911, veinte mil indios dieron sus vidas para construir aquella ruta a través de la selva. A los indios que se negaban a trabajar les rebanaban con machete el culo y la planta de los pies. ¿Para qué? Para que, en un acto de hybris surrealista típico del tecno-colonialismo, un coche pudiera recorrer el trayecto en 1915. Un viaje de ningún sitio a ningún sitio. Andando por aquellos oscuros y desiertos caminos creía escuchar un rugido de voces y el sonido de pies encadenados. Los monólogos de John Brown apenas me prepararon para aquello. La mañana en que nuestro bote estaba listo para llevarnos río abajo paramos en su casa camino de la embarcación. Sus ojos y su piel brillaban. Era el guardián del mundo plutónico río abajo desde Puerto Leguizamo, y lo sabía. Me sentía como un niño delante de él, y también lo sabía. "Bye, bye, babies. Bye, bye," fue su seca despedida.

Terence McKenna.

domingo, agosto 14, 2005

Rios de cocaina

traducido via google translate:
(abajo la version original)
TEK puede pronto tener una manera exacta con todo secreta de detectar el uso de la droga -- los tocadores del mundo. Los científicos italianos descubrieron que casi 10 libras de residuos de la cocaína fluyen en el río del Po de Italia cada día. ¿Cómo el río más grande de Italia está consiguiendo todo ese coque? De orina. Resulta que los usuarios del coque, como bebedores de la cerveza, alquiler justo su sustancia de la opción. Aunque en la caja de cocaína, es transformada por el hígado en benzoylecgonine, o ESTÉ, antes de ser excretada. SEA no puede ser producido por cualquier otro medio, así que cuando se encuentra en su muestra de la orina, que deletrea apuro con un T grande. Viernes revelado en la salud ambiental del diario, esto está la primera vez que los subproductos de drogas ilícitas como la cocaína se han detectado en agua de río. Más asombrosamente, el nivel de residuos traduce por lo menos a 40.000 dosis diarias de coque snorted por los residentes del valle del Po -- mucho estimaciones más que oficiales de 15.000 dosis de cocaína por mes. "esperamos que nuestros datos del campo sobre la consumición de la cocaína dieran estimaciones dentro de la gama de las estimaciones oficiales, o quizás más bajo, pero ciertamente no más arriba," escribió Ettore Zuccato, del instituto de Mario Negri para la investigación farmacológica en Milano, Italia. Zuccato y sus co-investigadores decidían que podrían utilizar técnicas de laboratorio estándares para probar ciudades enteras o regiones y para conseguir una idea aproximada del nivel del uso de la cocaína. La estadística sobre uso de la droga es notorio inexacta, dado que los usuarios de la droga no tienen gusto generalmente de completar exámenes. Puesto que no miente la química, las ofertas de este método una manera directa de medir cuánto coque se está utilizando realmente. Los investigadores primero desarrollaron un método para medir cuánto SEA estaba en las aguas superficiales de los ríos o en aguas residuales en las plantas del sewage-treatment usando la separación cromatográfica líquida. El muestreo hecho en otras plantas del sewage-treatment en varias ciudades italianas confirmó los resultados. "no hay en hecho mecanismo razonable por el cual los productos de la excreción de la cocaína podrían acumular en aguas superficiales que fluían," los autores escribió. "es un pedazo seminal de investigación," dijo Daughton cristiano, jefe del rama ambiental de la química en el laboratorio de Las Vegas de la agencia de protección del medio ambiente. Daughton, experto en los productos farmacéuticos que encuentran su manera en los ríos y los lagos, primero sugeridos que el uso ilícito de la droga se podría medir esta manera en 2001. La técnica es una anónima, método no invasor de medir uso de la droga en una ciudad o una comunidad, él dijo. Dependiendo de cómo lejos encima del sistema de las aguas residuales usted va, podría también ser utilizado para medir uso de la droga en una prisión o la vecindad, Daughton dijo. "era dado una sacudida eléctrica que tan pocos científicos demostraron a cualquier interés en la idea en ese entonces," él dije. Puesto que casi todas las drogas ilícitas tienen metabolites únicos relacionados SER, todos los tipos de uso de la droga se podrían supervisar, Daughton dicho. Medir metabolites en lugar de otro la droga sí mismo también elimina lecturas falsas de descargar cantidades grandes de drogas abajo del dren. Daughton dicho más trabajo es necesario verificar que el uso real de la droga corresponde a las estimaciones de Zuccato. "hay probable más cocaína que es utilizada que las estimaciones de Zuccato," Daughton dicho.
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Drug enforcement officials may soon have an accurate yet secret way to detect drug use -- the toilets of the world.
Italian scientists discovered that nearly 10 pounds of cocaine residues flow into Italy's Po River every day.
How is Italy's biggest river getting all that coke? From urine. Turns out that coke users, like beer drinkers, just rent their substance of choice. Although in the case of cocaine, it's transformed by the liver into benzoylecgonine, or BE, before being excreted. BE can't be produced by any other means, so when it's found in your urine sample, that spells trouble with a big T.
Revealed Friday in the journal Environmental Health, this is the first time the byproducts of illicit drugs like cocaine have been detected in river water.
More surprisingly, the level of residues translates into at least 40,000 daily doses of coke snorted by residents of the Po Valley -- a great deal more than official estimates of 15,000 doses of cocaine per month.
"We expected our field data on cocaine consumption to give estimates within the range of the official estimates, or perhaps lower, but certainly not higher," wrote Ettore Zuccato, of the Mario Negri Institute for Pharmacological Research in Milan, Italy.
Zuccato and his co-researchers decided they could use standard lab techniques to test entire cities or regions and get a rough idea of the level of cocaine use. Statistics about drug use are notoriously inaccurate, given that drug users don't generally like to fill out surveys. Since chemistry doesn't lie, this method offers a direct way of measuring how much coke is actually being used.
The researchers first developed a method to measure how much BE was in the surface waters of rivers or in wastewater at sewage-treatment plants using liquid chromatographic separation.
Sampling done at other sewage-treatment plants in various Italian cities confirmed the results.
"There is in fact no reasonable mechanism by which cocaine excretion products could accumulate in flowing surface waters," the authors wrote.
"It's a seminal piece of research," said Christian Daughton, chief of the environmental chemistry branch at the Environmental Protection Agency's Las Vegas laboratory.
Daughton, an expert on pharmaceutical products that find their way into rivers and lakes, first suggested that illicit drug use could be measured this way in 2001. The technique is an anonymous, noninvasive method of measuring drug use in a city or community, he said.
Depending on how far up the sewage system you go, it could also be used to measure drug use in a prison or neighborhood, Daughton said.
"I was shocked that so few scientists showed any interest in the idea at the time," he said.
Since nearly all illicit drugs have unique metabolites akin to BE, all types of drug use could be monitored, Daughton said. Measuring metabolites instead the drug itself also eliminates false readings from dumping large amounts of drugs down the drain.
Daughton said more work is needed to verify that actual drug use corresponds to Zuccato's estimates.
"There's likely more cocaine being used than Zuccato estimates," Daughton said.


enviado atravez de dorkbot.org
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.........dorkbot: people doing strange things with electricity..........
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sábado, agosto 13, 2005

Notas de la semana

__El pasado fin de semana pudimos disfrutar de dos buenas fiestas en la antigua librería Continental, de esas que hace tiempos por lo menos yo no vivía o participaba. Donde el ambiente era familiar y festivo, variedad y amabilidad por parte de todos. No les voy a contar nada porque la verdad me da mucha pereza, a los que asistieron muchas gracias por acompañarnos y a los que no… Bueno, otro día será.

__ Hace algunos días me invitaron a los foros de medellinstyle.com , antes los había visitado y apenas había visto un poco de tarugos hablando de trance y techno, hoy aproximadamente 3 años después las cosas son supremamente diferentes. Me encontré con personas con oídos muy abiertos a todo tipo de sonido, que sorpresa la mía al ver que existían mas personas del común que escuchaban Ricardo Villalobos o Plaid, eso no debería ser sorpresa, pero en Medellín vaya que lo es!
La mayoría de visitantes son jóvenes que apenas sacaron la cedula, lo cual dice lo que hace días venimos viendo: asistimos sin duda a un relevo generacional. Cosa que esta muy bien, pues me encontré con jóvenes llenos de energía, con los oídos abiertos, produciendo y mezclando cosas interesantes, como Minimal, o techno extraño. Bueno, diríamos que debería ser mas variado, esto y lo otro, y que deberían pasar mas cosa, y todo lo demás. Pero no me digan que no es un logro muy grande por lo menos tener con quien compartir datos y gustos en la tasita de plata. Buena esa Medellín style.

___ Ya viene Colombiamoda, viene la elegancia y el amor a lo nuestro, todos llenándose el bolsillo a costas de nuestros antepasados, viene Zajar con una colección llamada Maria Mulata, ¡eso! Viene la elite, nadie normal, ni siquiera como uno cualquiera estrato 3 podría ingresar a los pabellones de la nueva mega plaza mayor. Pero nos invitan a confórmanos con ver los desfiles en pantallas en los parques, j aja ja, esto parece que no fuera de Medellín, ¿Dónde esta la participación del ciudadano corriente? ¿Porque no se hacen desfiles en las calles? ¿Que pasa? Una farsa, porque no hay nada de que sentirnos orgullosos si no podemos participar, el pueblo! el pueblo!
Yo digo, QUE SE JODA COLOMBIAMODA.

___ El sábado pasado estuve por cuestiones de trabajo en la parte más alta de Santo Domingo Sabio, y me encontré con un barrio bastante interesante, ameno, y sobretodo amable y abierto. Me quede sorprendido por la imagen que uno puede hacerse de los sectores mas altos de la montaña, en el fondo todavía hay una brecha muy grande… Que pena decir esto, y yo que vivo en estrato tres en Itagui. Pero definitivamente nos falta querer mas la ciudad y derrumbar muchas barreras que parecen invisibles. Boo, por no conocer la ciudad.

A los que viven en Colombia que disfruten el festivo, y hagan algo porque Uribe Vélez tenga siquiera menos votos en las próximas elecciones, porque eso si, sabemos que va por la reelección y que muy probable gane, OH margot!

jueves, agosto 04, 2005

sueño

1. El sueño es continuo, organizado y estructurado, pero la memoria le impone lagunas. ¿Cuándo llegará, señores lógicos, la hora de los filósofos durmientes?
2. La vigilia es un fenómeno de interferencia respecto al sueño.
3. El hombre después de su sueño queda plenamente satisfecho: aquél día tan hermoso existió, y aquél animal habló.
4. Cuando tengamos conciencia íntegra de los sueños (tarea de varias generaciones) los misterios dejaran de ser eso para encontrarnos con un Misterio.

Cuando un poeta duerme, un poeta trabaja.


André Breton