Energumeno... para dar y convidar.

lunes, mayo 02, 2005

Avanzar para encontrarse otra vez en el mismo lugar. Crear y despertar nuevamente en un lugar conocido. Hoy en día, es prácticamente imposible sentarse en una sala de cine sin conocer absolutamente nada de la película que estamos a punto de ver. Nada es hoy como cuando éramos niños y disfrutábamos del cine. Cine como espectáculo puro, lumínico e inocente. Sin prejuicios ni grandes expectativas, seguros de estar apunto de vivir una promesa cumplida. Aquello se perdió. Y encontramos nuevos incentivos, transformamos nuestra mirada súbitamente. Nuevas perspectivas, nuevas exigencias. Llega el fetichismo, los posters, la entrada numerada que nos recuerda la sala, la fecha, la compañía. Descubrimos las revistas, los libros de cine, nos lo cuentan todo, nos llaman la atención los rostros a los que nos aferramos en nuestras vivencias fílmicas. Empezamos a convertirlo todo en un referente. Nos reconforta encontrarnos con caras conocidas. Y finalmente descubrimos que tras la pantalla existe un artesano, quizás un creador; una industria, quizás un arte. Descubrimos que existen los autores. Primero es sólo el último nombre que aparece en los títulos de crédito. Descubrimos que no todos son iguales. Algunos parecen querernos contar siempre lo mismo, en diferentes lugares, a través de diferentes caras y músicas, con diferentes palabras, pero ya somos capaces de descubrir esos signos más o menos encubiertos, esas señas capaces de transformar una película en un pequeño miembro de una gran cuerpo, la pincelada básica a la vez que mínima de una obra mayor. Descubrimos que unos nos gustan más que otros. Descubrimos que fueron unos señores franceses muy importantes, unos que dicen que escribían en cuadernos, los que ensalzaron y dieron relevancia a esa figura, el autor. Y se transforma en el primer referente, en el punto de partida para el análisis. Los convertiremos en nuestros, unos serán nuestros protegidos, los defenderemos siempre, otros nuestros enemigos, y lo que empezó como un juego terminará siendo eso mismo. Y sin embargo el cine habrá cambiado por completo para nosotros, ya no será el centro de la experiencia lúdica, quizás el eje, el detonante de la nueva diversión, esa defensa casi mitómana de nuestros autores favoritos. El juego será hablar, discutir, escribir o simplemente callar...
sobre la visita al antiguo cine Teusaquillo en la ciudad de Bogota, y la lectura previa a las peliculas que voy a ver los domingos a la hora de los realities en la tv colombiana.